EL ÉXODO DE VENEZUELA Y LA SOLIDARIDAD



Hace unas semanas, los peruanos y los latinoamericanos en general, quedamos impresionados viendo las dolorosas imágenes de los miles de hermanos venezolanos cruzando nuestras diferentes fronteras, escapando de la tragedia que viene ocurriendo en su país.

El éxodo que viene sucediendo, un exilio forzado, es producto de la estupidez, de la tiranía y de la delincuencia ejercida por los dictadores asesinos Hugo Chávez y Nicolás Maduro, además de toda la recua de mal nacidos, sinvergüenzas y ladrones cercanos a esos monstruos, llámense Diosdado Cabello, Delcy Rodriguez o Tareck el Aissami.

Si bien en Venezuela no hay cifras oficiales desde el 2015, el Diario El Comercio, en su Editorial del 26 de agosto, mostró algunas que son espantosas: Caracas es la segunda ciudad más peligrosa del mundo con una tasa de 111 homicidios por cada cien mil habitantes), hay escasez de alimentos y medicinas, la situación de pobreza y pobreza extrema se encuentran en 61.2% y 25.8%, respectivamente. El mismo Editorial dijo también, que 9 de cada 10 venezolanos no puede costear su alimentación diaria, que alrededor de 8.1 millones de ciudadanos ingieren dos o menos comidas al día y que un 64.3% de la población perdió 11 kilos en el último año. La información que presentan dice también que 6 de cada 10 venezolanos aseguran que se van a dormir con hambre y que cerca del 80% de hogares del país se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. Según el FMI, la inflación llegará al 1'000,000% a fin de año. Sí, como fue escrito, al millón por ciento.

Lo más doloroso que leí fue  lo de las “madres que tienen que decidir a qué hijo alimentan con proteínas un día y a cuál no”.



La lista de desgracias y carencias es interminable, gracias a esos mal nacidos de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y  su séquito maldito. También son culpables esa porción de pueblo ignorante que sigue votando por esa lacra, a cambio de dádivas, y también, lamentable y desgraciadamente, la oposición tan absolutamente desorganizada, tan "venezolana", tan "caribeña".

El escritor inglés Thomas Hobbes consideraba que el ser humano en su estado natural vive una guerra permanente contra su propia especie, "El hombre es el lobo del hombre", afirmó; y bajo esa idea, desde la antigüedad, las sociedades se han asegurado de marcar su territorio y alejar a todos aquellos a quienes consideren una amenaza,  real o imaginaria, para su existencia.

A lo largo de la historia,  las guerras civiles y las tensiones étnicas han sido con frecuencia el pretexto para estas movilizaciones que, por lo regular, cobran una cuota muy alta de víctimas. Aunque también, como en el caso de Venezuela, existen factores económicos que pueden llevar al desplazamiento involuntario.

El éxodo del pueblo hebreo de Egipto, la expulsión de los aqueos del Peloponeso, la salida de los moros de España, las diferentes expulsiones de los judíos a lo largo de toda la historia (de Roma en el año 51, de Inglaterra en 1290, de Francia en 1306, de Austria en 1421, de España en 1492, de Bohemia en 1744, hasta los traslados forzados por obra del gobierno nazi durante la Segunda Guerra Mundial) y otras muchas movilizaciones más, dejaron sus huellas en muchas partes del mundo y cambiaron la historia.

Hoy nos toca ser solidarios con nuestros hermanos venezolanos y abrirles las puertas y nuestros corazones, como lo hicieron con nosotros ello mismos y los ecuatorianos en la década de 1970, en tiempos de la dictadura militar de Juan Velasco o en la segunda mitad de los 80s, cuando muchos compatriotas emigraron a Canadá, Australia y otros países huyendo del gobierno desastroso de Alan García.

No nos dejemos engañar por sinvergüenzas mentirosos como Ricardo Belmont Cassinelli  y sus comentarios xenófobos como parte de su campaña a la alcaldía de Lima. Este señor parece no haberse dado cuenta que sus apellidos indican que sus familias paterna y materna también migraron a Perú y seguramente fueron bien recibidas.

No debemos alarmarnos por los más de 400 mil venezolanos en Perú: Según lo que comentó recientemente Carlos Parodi en su columna semanal en el Diario Perú 21:
  • La población económicamente activa (PEA) está compuesta por cerca de 17 millones de personas. Casi 45% está subempleada, 6% desempleada y solo 49% tiene empleos adecuados.
  • De los 400,000, solo 6,000 (0.2% de la PEA) han logrado un empleo formal, por lo que el efecto en el sector formal es casi nulo.
  • Del resto (394,000), más de 70% está en el sector informal y la gran mayoría ha creado su propio empleo, sea vendiendo alimentos o con cualquier actividad. Este grupo no ha desplazado a ningún peruano de su trabajo. El otro 30% no halla empleo, ubicándose en la categoría de desempleado.
  • El 50% de los migrantes tiene estudios universitarios, por lo que, a largo plazo, mejorará el nivel de capacitación de la fuerza laboral, sin que el Perú haya invertido un sol en su capacitación.
  • Los 400,000 tienen que vivir y para eso tienen que gastar. Los estudiantes de Economía saben que el gasto de uno es ingreso de otro. Si un migrante gasta S/10 en comprar alimentos, pues significa ingreso para las empresas que venden alimentos, y así sucesivamente. La mayor demanda incentiva la producción de bienes y servicios que compra la población migrante.
Y vayamos acostumbrándonos. Lo dijo Andrés Oppenheimer en una columna reciente en el Miami Herald: "El éxodo de Venezuela recién está comenzando: aumentará dramáticamente". Christian Kruger, el director de la Oficina de Migración del gobierno colombiano, le dijo, además, que “mientras no haya comida en el país, mientras no haya medicamentos, el número de personas que se vean en la necesidad de salir fácilmente se podrá duplicar”.

Todos estamos de acuerdo en mejorar los controles en las fronteras, pero por favor, no pongamos el pasaporte como condición, si sabemos lo dificultoso y caro que puede ser obtenerlo. Que nuestras autoridades y las de los otros países sean más creativas en buscar soluciones y no en poner trabas. Un ser humano no deja de serlo por no contar con un pasaporte. Y si lo que se quiere es evitar la delincuencia, enfoquémonos en nuestro sistema judicial y en el Congreso.

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