PERÚ: UN AÑO PARA EL OLVIDO



Se acaba el año y no nos puede quedar duda que ha sido un año difícil y complicado para nuestro país. Desde el cambio presidencial por la forzada renuncia de Pedro Pablo Kuczynski y la juramentación de Martín Vizcarra, primer vicepresidente y ex gobernador de la pequeñísima Moquegua; pasando por todo el lamentable proceso de judicialización de la política y de politización de la justicia que hemos vivido a lo largo de los últimos meses.

Ha sido el vergonzoso año de los ex presidentes investigados, de los ex presidentes con impedimento de salida, de los ex presidentes con orden de captura internacional y de los que de manera absurda solicitaron asilo diplomático aduciendo persecución política.

Una vez más ha sido el año de gobernadores, ex gobernadores, alcaldes y ex alcaldes provinciales y distritales que fueron puestos en prisión por corruptos.

Fue el año en que se dieron a conocer los CNM audios que destaparon a toda esa mafia supuestamente encabezada por el ex juez supremo César Hinostroza, hoy preso en Madrid, y en la que estaban involucrados el desactivado Consejo Nacional de la Magistratura y parte del Poder Judicial.

Ha sido el año donde los protagonistas fueron el juez Richard Concepción Carhuancho, el fiscal José Domingo Pérez y el fiscal de la Nación, el cuestionado Pedro Chávarry.

Ha sido el año en que las principales figuras del primer partido de oposición fueron puestas en prisión preventiva y en el que esta misma oposición, que en julio de 2016 tenía 73 representantes en el Congreso, estaría terminando el 2018 con solo 60, si es que no hay más renuncias.

Ha sido el año en el que pudimos ser testigos del mayor desprestigio del Congreso, que promovió leyes anticonstitucionales con nuestro dinero y que blindó a delincuentes como Moisés Mamani o Edwin Donayre, este último ya condenado por la justicia, entre otros muchos actos que no pueden haber hecho nada más que hacernos sentir vergüenza de ese poder del Estado.



El 2018 fue año de elegir a nuestras autoridades locales y tal vez lo único positivo es que Lima haya sabido elegir correctamente y que finalmente Luis Castañeda, el peor alcalde que ha podido tener esta ciudad (sí, peor que Susana Villarán) se vaya para no volver nunca más, salvo para responder a la justicia.

Ha sido el año en que los casos de abuso, maltrato y feminicidios aumentaron, al igual que la anemia infantil, la delincuencia, el caótico tráfico en la ciudad y muy especialmente, la falta de autoridad.

El 2018 ha sido el año en que nuestro espacio común fueron los términos organización criminal, patrocinio ilegal, tráfico de influencias, negociación incompatible, lavado de activos y cohecho, entre otros.

El 2018 será recordado también por haberse hecho un referéndum estúpido para modificar la Constitución Política, al caballazo, de manera populista, y sin la debida discusión y reflexión.

Ha sido el año en que seguimos retrocediendo en los comparativos internacionales y en que una vez más crecimos por debajo del 5% que necesitamos para poder solucionar nuestros problemas. Ha sido el año de la peor CADE que yo pueda recordar.

Y por supuesto, fue el año en que escuchamos muy poco acerca las grandes reformas que necesita nuestro país, como la laboral, la de salud, la tributaria, la electoral, entre otras.

Sí, afortunadamente hubieron algunos hechos positivos, que podemos contar con los dedos de una mano: En el 2018 recibimos la visita del Papa Francisco, regresamos a un Mundial de Fútbol después de 36 años y pudimos ver buenas gestiones políticas como la del señor Fernando Cillóniz en la región Ica, de la señora Yamile Osorio en la región Arequipa y de la señora Fiorella Molinelli, presidenta de EsSalud.

Ojalá el 2019 nos depare un panorama más alentador, pero soy pesimista, soy realista.

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