ENTRE ROBESPIERRE Y EL EQUIPO ESPECIAL LAVA JATO





Hace unas semanas, en una reunión en casa de amigos, charlaba acerca de nuestra política cotidiana con mi reciente y buen amigo Mario Fiorentino, de Guayaquil él y que a la sazón, conoce a mis familiares Arrarte por el lado paterno en esa ciudad y a mis familiares Terán por el lado materno en Quito. El mundo resulta siendo siempre muy pequeño.

Hablando acerca de los avances del caso Lava Jato en nuestro país y el rol que viene jugando el Equipo Especial del Ministerio Público encargado de la investigación de este caso, mi amigo Mario me hizo un muy pequeño comentario pero que caló muy profundamente en mí y es el motivo de este artículo. Me dijo algo así como "No vayan a terminar como Robespierre".

Para quienes no lo recuerden, Maximilien Robespierre (1758-1794), un claro opositor a la monarquía, fue uno de los principales cabecillas de la Revolución Francesa.

En agosto del año 1792 la monarquía se abolió y Robespierre pasó a ser una de las personas más importantes del “nuevo gobierno”, lo cual se plasmó con su elección como diputado de la Convención Nacional. Un año más tarde, se reivindicó como uno de los principales impulsores para que el rey Luis XVI fuese ejecutado. En julio del año 1793 ingresó en el Comité de Salvación Pública y se hizo con el total control del gobierno. Fue entonces cuando empezó la época conocida como el Reinado del Terror.

La primera medida que tomó fue eliminar a todos los que él consideraba como enemigos acérrimos a la Revolución Francesa. Incluso mandó ejecutar a dos de los líderes revolucionarios más famosos de aquella época como Georges Jacques Danton y Jacques Hébert. Más de 40,000 personas fueron asesinadas en Francia en un año sólo por no estar de acuerdo con lo que pensaba la gente que ostentaba el poder, con Robespierre como máximo referente.



El temor se instaló en las calles y las familias ni siquiera hablaban entre ellas de lo que estaba sucediendo y mucho menos en lugares públicos. Poco a poco Robespierre y sus afines se fueron quedando sin apoyos. Las únicas personas que mantenían su apoyo al gobierno eran los "sans culottes" (sin pantalones), es decir, las clases bajas de la ciudad de París.

En julio del año 1794 Robespierre fue expulsado de la Convención Nacional. Un grupo de soldados contrarios a sus políticas aprovechó para tomar el Ayuntamiento de París y lo arrestaron junto a alguno de sus más cercanos seguidores. El 28 de julio del año 1794 Maximilien Robespierre fue guillotinado junto a 21 seguidores suyos. Los restos de su cuerpo fueron enterrados en el cementerio de Errancis, y después se les echó cal viva para borrar el rastro de lo que fue una de las épocas más sangrientas en Francia.

Mientras tanto aquí en Perú, más de dos siglos más tarde y haciendo un paralelo, el equipo especial Lava Jato, liderado por el fiscal superior Rafael Vela Barba y con el fiscal José Domingo Pérez como su miembro más representativo, se enfrentan al mundo cuales Don Quijote y Sancho Panza contra los molinos de viento.



¡Bravo por este equipo! No creo que pueda existir un ciudadano decente en el mundo que no quiera que se sepa toda la verdad acerca de todos los escándalos de corrupción en los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y por supuesto Martín Vizcarra.

Pero, siempre hay un pero, este equipo no puede perder la brújula y es lo que parece que estaría pasando.

Nadie duda de que existen muchas personas que se oponen a este grupo de fiscales porque obviamente, son parte de la red de corrupción y no quieren que se sepa la verdad y harán lo imposible para obstaculizar que se sepa. Y sabemos quiénes son ellos.

Eso de ninguna manera justifica que el fiscal José Domingo Pérez, en algún momento le haya faltado el respeto al presidente de la República, al presidente del Poder Judicial, al fiscal supremo Pedro Chávarry, por más que nos parezca un ser despreciable, entre otras personas más.

Ni hablar del excesivo uso de las prisiones preventivas, muchas de las cuales han sido anuladas o sus plazos vencidos, sin que hasta ahora exista una acusación formal. Los fiscales deben investigar, acusar y pedir condena. En ese orden y de manera seria y profesional.

Está también la extraña e indudable relación entre la ONG Instituto de Defensa Legal (IDL), liderada por el señor Gustavo Gorriti y que tiene entre sus principales financistas a George Soros.

Tampoco debemos olvidar el sorpresivo regreso del presidente Vizcarra de Brasil, hace poco más de un año, cuando la juramentación de Jair Bolsonaro, al enterarse que el despreciable fiscal supremo Pedro Chávarry había destituido a los fiscales Vela y Pérez. ¿Serán sus escuderos? Ahí están flotando sobre el water temas como el aeropuerto de Chinchero y el del Hospital Regional de Moquegua.

Como comentó recientemente Fernando Rospigliosi en su columna semanal de El Comercio, "Hoy quedan pocas dudas de que los fiscales adictos al Gobierno son una pieza en el juego de sacar del camino a sus opositores y proteger a sus amigos y aliados".

El reciente intento del fiscal Pérez, de manchar al correcto magistrado del Tribunal Constitucional José Luis Sardón, por piconería probablemente, dando una vez más señales de algunos problemas psicológicos y con medias verdades, distorsionando de manera burda su actuación en la ONG Reflexión Democrática para hacerle aparecer como que él hubiese financiado fujimoristas para el Congreso con plata interesada; todo esto para que después el fujimorismo le elija como magistrado y él libere a la señora Keiko Fujimori.

Es decir, pretender sorprender o engañar a la ciudadanía, obviamente con el respaldo del fiscal superior Rafael Vela, queriéndonos hacer creer que la ONG Reflexión Democrática era propiedad de José Luis Sardón, cuando tan solo era un vocal o director más; suponiendo que él disponía del dinero y también a los donantes, y que además escogía a los candidatos es, sinceramente, burlarse de la inteligencia de los peruanos.

Para rematar esta sucesión de tonterías,  hace unos días, se filtró a través de los medios que el Ministerio Público investiga lo que sería una absurda reunión pública entre Ernesto Blume y Giulliana Loza, abogada de Fujimori, en un restaurante (negada enfáticamente por ambos). Lo cierto es que el tribuno se encontraba con su esposa.

Como mencionó el Diario El Comercio en su editorial del 21 de diciembre, "Sería pertinente que los fiscales del equipo especial se tomaran un tiempo para reflexionar sobre si algunas de sus acciones son, efectivamente, necesarias. Pues al final de todo, los principales afectados por alguna ligereza o exabrupto en la legítima causa de la lucha contra la corrupción serán ellos mismos".

Finalmente, no vaya a ser que el Equipo Especial Lava Jato, con sus desafortunadas actitudes, termine como Maximilien Robespierre, perdiendo el apoyo de la mayoría de la ciudadanía y purgando alguna pena. En el caso de Robespierre, fue la guillotina.

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