¡SEÑOR VIZCARRA, DEJE DE MENTIRLE AL PAÍS!




Dicen que lo único que se pierde es la esperanza. Y así tendrá que ser en el caso de los peruanos y en general de todos los que residimos en Perú, ya que ha quedado muy claro que no podemos esperar nada de este gobierno inútil y perdido en alguna galaxia desconocida. Dependerá de la sociedad civil, de cada uno de nosotros, sobrevivir a la peor crisis sanitaria, social y económica que le ha tocado vivir al país después de la guerra con Chile en 1879.

Los residentes en Perú estamos hartos, cansados y saturados de las mentiras a las que nos ha acostumbrado el presidente Vizcarra: Que el pico de contagios llegaría el 26 de abril; que para fines de junio tendríamos 5.000 camas UCI (andamos por las 1.600 a fines de agosto), que los 80 hospitales que tendría levantados antes de concluir su gobierno, que el millón de tablets y la ultimita, la de las 30,4 millones de vacunas que está negociando con cinco laboratorios y que tendremos disponibles, en su gran mayoría, en el primer semestre del 2021, entre otras tantas. ¿Cómo alguien puede ser tan sinvergüenza, mentiroso y caradura para engañar a la población de esa manera, aprovechándose de la carencia de educación promovida desde la izquierda, comprometiendo cantidades y plazos cuando hoy, en el mundo, no existe una sola vacuna disponible?

¿Y cómo alguien, aparte de cierta prensa, de sus amigos del Lawn Tennis, de sus ayayeros chupamedias (cualquiera de sus ministros), o que tenga un IQ equivalente al de un caracol con problemas de locomoción podría creerle al señor Vizcarra? Estoy seguro, amable lector, que usted, no se encuentra en alguno de estos grupos.

Al inicio de la cuarentena, el 16 de marzo, la campaña de comunicación del gobierno fue #YoMeQuedoEnCasa. La semana pasada nuestro brillante e iluminado presidente, probablemente producto del tinte de pelo que viene usando y que seguramente está penetrando su cuero cabelludo y afectando al par de neuronas que revoletean lentamente por su pequeño y hueco cerebro, culpó del rebrote a los hogares, a los que calificó prácticamente, como los lugares más inseguros. ¿En qué quedamos?

Perú ha tenido probablemente la cuarentena más larga y dura de todo el mundo y está en el grupo de los "líderes" con peores resultados a nivel global. Nos han regresado a prisión domiciliaria los domingos, restringiendo nuestros derechos constitucionales, sin ninguna justificación válida, como si eso fuera a solucionar algo, salvo seguir destruyendo la economía, que ya tiene más de 6,3 millones de desempleados. Además de mantenernos en un toque de queda absurdo, que en realidad lo único que busca es justificar la inoperancia e ineptitud de nuestra policía para contener la delincuencia.

La semana pasada, el Defensor del Pueblo, el señor Walter Gutiérrez, tardíamente sin duda, pero más vale tarde que nunca, envió una Carta Abierta al gobierno planteando un cambio de estrategia y de transparencia.

Pregunto yo, ¿cuál cambio de estrategia si nunca ha existido una? ¿Lo tenemos claro?

En cuanto a la transparencia, el Defensor del Pueblo demandó al gobierno, reitero, de manera tardía, el sinceramiento en las cifras de infectados y muertos. Mencionó que hay una crisis social, una crisis alimentaria, un déficit de cobertura educativa, una crisis de violencia familiar; que hay aproximadamente 250 mil niños que han nacido durante la crisis y no han podido obtener su DNI, lo que significa que jurídicamente no existen. Mencionó también  que el gobierno tampoco informa de las personas que con enfermedades críticas como cáncer, diabetes, hipertensión, obesidad y otras, se han visto agravadas o muerto ante la incapacidad de nuestro sistema de salud, tanto público como privado, para darles atención. No sabemos cuál es la capacidad de oxígeno en las diferentes regiones. ¡Tenemos el derecho a conocer de información veraz y efectiva para autoprotegernos! Y es precisamente lo que no tenemos.

En materia económica las cosas no podrían ser peores. Entre otros, la economía peruana se desplomó un 30,2 % en el segundo trimestre del año, una de las mayores caídas del PBI desde que se tienen registros históricos y que revela la dramática situación de nuestro país a causa del embate de esta epidemia.




No hay duda de que este gobierno no tiene la culpa de que estemos en medio de una pandemia que está afectando a 188 países, que ha causado más de 816.000 muertos y una crisis económica descomunal. De lo que sí es responsable el gobierno del señor Vizcarra es del pésimo manejo que ha tenido de la situación y que nos ha puesto en la palestra de los temas de salud y de economía a nivel mundial.

Hace unos meses yo escribía en alguna columna que un presidente tan mediocre como Martín Vizcarra no tendría más de cuatro líneas en los libros de historia o en Wikipedia. Pues me equivoqué de cabo a rabo, ya que sin duda pasará a la historia como el peor presidente de nuestra era republicana, por haber cerrado el Congreso de manera inconstitucional y por haber hundido al país en su peor crisis económica. No pasará a la historia por haber aprobado el inicio del proyecto Tía María, ni por la segunda pista del aeropuerto Jorge Chávez, ni por la Línea 2 del Metro de Lima, ni por la construcción del aeropuerto de Chinchero en Cuzco, salvo que este último lo haga famoso por otras circunstancias.

Reitero lo mencionado al comienzo de este artículo, no podemos esperar nada de este gobierno, cuidémonos cada uno de nosotros de manera responsable porque ni siquiera existen ambulacias disponibles en caso de un accidente, ni de su compañía de seguros, ni del SAMU, ni del Cuerpo General de Bomberos. Y puedo dar de fe de ello.

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