QUIEN A HIERRO MATA, A HIERRO MUERE
Consuelo de tontos el saber que al final el tiempo me dio la razón, es decir, que los peruanos tenemos un presidente inmoral, corrupto, mentiroso y que no tiene vergüenza de sus actos. En otras palabras, un sinvergüenza.
Desde su cómoda posición de embajador en Canadá, adonde fue enviado sin hablar ni inglés ni francés, complotó junto con esa pequeña porquería, esa caquita, el ex-gobernador de San Martín, ex-congresista, ex-primer ministro y hoy con prisión preventiva por sus chanchullos en la región que gobernaba, César Villanueva, y obviamente con la ayuda de muchos congresistas, para sacar a Pedro Pablo Kuczynski del gobierno.
Ya en el poder, se rodeó de mediocres, y es que, claro, nadie de su entorno podía opacar sus carencias de dirección. Hablar de liderazgo con relación a Vizcarra sería como hablar del tiempo que nos tomaría llegar a Neptuno. Y ahí está su grupo de asesores entre quienes estaban o están Maxi Aguiar, Mirian Morales, Óscar Vasquez, Roberto McDonald, sin duda Richard Cisneros (Richard Swing), su súper secretaria desde sus tiempos de gobernador de Moquegua, Karem Roca, y por supuesto, su pata, el inepto premiado como embajador en la OEA, Vicente Zeballos.
De manera ilegal, disolvió el Congreso "fácticamente" con el apoyo de un Tribunal Constitucional mayoritariamente de izquierda, elegido durante el gobierno de Ollanta Humala. Hizo un mamarracho de referéndum y hoy tenemos lo que tenemos: Un Congreso que preside un tipo que no tiene ni dos neuronas, cuyo único interés es formar parte de la plancha presidencial de Acción Popular en las próximas elecciones, si es que las hay, y que responde por un montón de congresistas que no tienen las calificaciones necesarias para el puesto, que pagamos todos los peruanos.
De este Congreso rescato a la poco simpática Martha Chávez, a Carlos Mesía, a Diethell Columbus y a Francisco Sagasti. En duda tengo a Carolina Lizárraga, Luis Roel, Carmen Omonte y Omar Chehade. No podría contar con caviares como Gino Costa y Daniel Olivares o mariquitas como Alberto de Belaunde. Son ocho a lo sumo. Qué pena, los otros 122 son basura, porquería, carroña. Eso sí, gracias a todo el "electarado"
No viene al caso hablar de sus ministros o de quienes fueron sus ministros. Solo mencionaré que cualquier ministro decente, después de haber escuchado los audios difundidos el día jueves, debió haber renunciado, dejando solo al presidente, como si lo hicieron en su momento los señores Alfonso de los Heros, primer ministro y Gustavo González, ministro de Agricultura, cuando el autogolpe de Alberto Fujimori en abril de 1992.
El Perú se encuentra en medio de una pandemia espantosa, manejada de la peor de las maneras por parte del gobierno y corroborado por las cifras mundiales, y en la peor crisis económica desde la guerra con Chile en 1879, gracias al señor Vizcarra y compañía.
¿Necesitábamos los peruanos de bien, que pagamos impuestos, un nuevo escándalo como el que se destapó el último jueves, en el que el presidente queda en evidencia tratando de manipular o arreglar respuestas con su entorno a raíz del caso Richard Swing?
Cualquier persona decente, que no es el caso por supuesto, hubiera renunciado en el acto luego de la difusión de los audios. El presidente, en cambio y como de costumbre, como cuando cerró el Congreso, como cuando acusó a los laboratorios, como cuando acusó a las clínicas y como cuando responsabilizó a los peruanos de irresponsables por los estragos de la pandemia, esta vez denunció un complot en su contra. Él no se responsabiliza de nada, él no tiene culpa de nada.
Claro, cuando se destaparon los vladivideos, quienes los difundieron fueron héroes y cambiaron el rumbo de la historia. Ahora que se difunden sus audios vergonzosos, quienes lo hicieron son traidores a la patria.
Tampoco podemos dejar de mencionar al mensajero, otro delincuente, el congresista Edgar Alarcón, inexplicablemente presidente de la Comisión de Fiscalización del Congreso, un bribonzuelo de poca monta, con varias denuncias, como muchos de los que pululan en la Policía Nacional del Perú, el Ministerio Público, el Poder Judicial o la Contraloría.
Pendiente entre las denuncias con esta basura, está por aclarar la presunta irregular liquidación, en 2010, a Marcela Emilia Franco, ex trabajadora de Contraloría y ex amante, a quien se le entregaron S/ 227 mil al momento de salir de la institución, así como lo del proyecto inmobiliario de la Av. Velasco Astete, en Surco. Pero bueno, el partido de Antauro Humala es como un camión recolector de basura.
Para concluir, estimado lector, porque no quisiera desperdiciar su tiempo escribiendo de una porquería como Vicente Zeballos, le ruego que no crea que el arquerito de Alianza Lima va a salvar a este país.