Siempre escuché que lo último que había que perder en la vida era la fe y la esperanza. Así vi muchas cosas logradas, aunque parecieran imposibles. Ahí estuvo, por ejemplo, la improbable y casi imposible clasificación de nuestra selección de fútbol al mundial de Rusia 2018, que hoy nos puede sonar tan lejana.
Hoy, realmente, siento que perdí la fe y la esperanza, ante tanta cochinada, ante tanta porquería, ante tanta delincuencia de gente en posiciones de poder. Siento con dolor y cólera que, en mi querido país, un grupo de bribones, liderados por esa basura, ese traidor a la patria y asesino, el lagarto Martín Vizcarra, nos están llevando a un abismo.
Ahí está toda esa mafia, enquistada desde el Poder Ejecutivo con el papanatas de Francisco Sagasti; en el Poder Legislativo (con algunas honrosas excepciones); en el Poder Judicial; en la Junta Nacional de Justicia; en ese muladar en el que se ha convertido el Jurado Nacional de Elecciones, presidido por Jorge Salas Arenas, un defensor de terroristas propuesto por la Corte Suprema de Justicia o en la ONPE, presidida por ese pobre hombre, ese miserable, Piero Corvetto.
Y por supuesto con el vergonzoso apoyo del grupo El Comercio, principalmente a través del diario del mismo nombre, América Televisión y Canal N.
Hablar de ministerios, de gobiernos regionales o alcaldías distritales no viene al caso en este artículo, aunque todos sabemos, que en su grandísima mayoría, están plagados de ineptos, corruptos o gente que obtuvo su puestito miserable, pagado con nuestros impuestos. Y ahí están los condenados Vladimir Cerrón, exgobernador de Junín, líder de Perú Libre y titiritero de Pedro Castillo; Goyo Santos, exgobernador de Cajamarca; César Álvarez, exgobernador de Ancash; Walter Aduviri, ex gobernador de Puno, entre otros y otros por venir. Curiosamente, regiones donde los comunistas arrasaron.
Que Ayacucho, la cuna del terrorismo haya dado su voto por Sendero Luminoso, con más del 82% es simplemente inverosímil.
Sí, me avergüenzo de vivir en un país de héroes y peruanos ejemplares, donde hoy, hace tiempo, todo el sistema está copado por la corrupción.
Estas últimas elecciones han resultado en un empate y toca que los ineptos del JNE, presidido por el más imbécil de todos los peruanos, después de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti; Jorge Salas Arenas, defensor de terroristas, declarar la verdad, la cual los demócratas aceptaremos. Él tiene la obligación de revisar hasta la última acta observada o impugnada para que los peruanos sepamos la verdad, lo cual sospecho que no va a pasar porque aquí hay un olor a fraude espantoso.
Los peruanos tuvimos el derecho y el deber de expresarnos en las urnas el último 6 de junio. Votos más, votos menos, hoy los números favorecen al Lápiz. Corresponde al JNE decir la verdad y aclarar todas las dudas existentes. A como vamos, reitero, dudo mucho de que ello suceda.
Sería interesante que se conozca también, con nivel de detalle el trabajo y las actividades desarrolladas por la "Misión de Observadores de la OEA". ¿Cuántos funcionarios vinieron? ¿En qué ciudades estuvieron? ¿En qué locales de votación? ¿Qué hicieron? ¿Horarios? ¿O es que, como parece, vinieron en viaje de placer?
Lamentablemente hay rumores de que hoy, 29 de junio estarían proclamando al señor Pedro Castillo como presidente. Ojalá no sea verdad porque hay mucho material por revisar aún.
Pase lo que pase, tenemos a un país totalmente polarizado y fracturado, llámese por el el abandono de la capital al resto del país: Una Lima que mira al este mientras el resto del país mira a cualquier otro lado. Es la realidad.
Ojalá ese mamarrachito de Pedro Castillo, "el prosor", sea consciente de lo que le toca por los próximos cinco años, o más seguramente, porque ellos dicen que llegan para quedarse para siempre. Lo dudo. No tiene la más remota idea de lo que el encargo de presidente significa. Ni siquiera Sagasti lo sabe. Lamentablemente el "prosor" demuestra su ignorancia, su falta de capacidad y su miedo a enfrentar el cargo en cada una de sus expresiones o declaraciones. Lo que yo más quisiera es estar equivocado.
Desgraciadamente no puedo ir a marchas, pero aplaudo y felicito a todos los que van y las promueven. Supongo que sufro de agorafobia y de ahí que dejé de ir hace mucho tiempo a conciertos, a las corridas de toros en Acho, al fútbol y otros. Imagínense que hasta el sonido del timbre me puede alterar.
Termino reafirmando lo dicho al comienzo de este artículo. Perdí la fe y la esperanza. Necesito fuerzas y ánimo para seguir luchando por mi país. Lamentablemente la mafia y la delincuencia se han impuesto sobre la verdad y la justicia.