AMA SUA, AMA LLULLA, AMA QUELLA
La grandeza del Imperio Incaico, que entre los siglos XI y XVI dominó extensas áreas de América del Sur, no solo se basó en su poderío militar, sino en su organización y la buena administración de los cuatro suyos o áreas en que se dividía su territorio (Collasuyo, Antisuyo, Chinchaysuyo y Contisuyo). El esplendor del Imperio Incaico, capaz de cubrir las necesidades materiales de su población, radicó sobre todo en los preceptos morales que le dieron cohesión a una sociedad ordenada y orientada en valores. Ama sua, ama llulla y ama quella (No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso), fueron los tres preceptos sobre los que se forjó el gran Imperio del Tahuantinsuyo. No hay que ser historiador o sociólogo, tan solo aplicar un poco de razonamiento lógico, para comprender que, si existían estos tres preceptos, que hasta hoy admiramos por su sencillez y extraordinario valor, era porque de eso adolecía la población del imperio, mayormente indígena. Han pasado algunos siglos...