AMA SUA, AMA LLULLA, AMA QUELLA
La grandeza del Imperio Incaico, que entre los siglos XI y XVI dominó extensas áreas de América del Sur, no solo se basó en su poderío militar, sino en su organización y la buena administración de los cuatro suyos o áreas en que se dividía su territorio (Collasuyo, Antisuyo, Chinchaysuyo y Contisuyo).
El esplendor del Imperio Incaico, capaz de cubrir las necesidades materiales de su población, radicó sobre todo en los preceptos morales que le dieron cohesión a una sociedad ordenada y orientada en valores.
Ama sua, ama llulla y ama quella (No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso), fueron los tres preceptos sobre los que se forjó el gran Imperio del Tahuantinsuyo.
No hay que ser historiador o sociólogo, tan solo aplicar un poco de razonamiento lógico, para comprender que, si existían estos tres preceptos, que hasta hoy admiramos por su sencillez y extraordinario valor, era porque de eso adolecía la población del imperio, mayormente indígena.
Han pasado algunos siglos. Después del Imperio Incaico, vinieron la Conquista, el Virreinato, la Independencia, hasta llegar al Perú Republicano de hoy.
Y no hemos aprendido nada porque muchos peruanos siguen siendo ladrones, mentirosos y ociosos, y los vemos a diario tanto en el sector público, en todos los poderes y dependencias del estado, como en el sector privado,
Hoy, el presidente de la República, el jefe del Estado, aquel que personifica a la Nación, representa a lo más podrido, a lo más repugnante, a lo más asqueroso que hemos podido tener en esa importante posición por cuanto él, representa al robo, a la mentira, a la ociosidad y a la ineptitud. Y hoy, avergüenza y es rechazado por más del 70% de peruanos.
Pedro Castillo es ladrón y así lo demuestran sus reuniones con empresarios y "lobistas" como Karelim López en la casa del Jirón Sarratea, en Breña; por los escándalos en las licitaciones del puente Tarata y Petroperú, por los 20 mil dólares encontrados en el wáter de su exsecretario Bruno Pacheco. Pedro Castillo es ladrón también por juntarse con el sentenciado Vladimir Cerrón, que le robó al Estado y por lo cual ha sido sentenciado.
Pedro Castillo es mentiroso, ¡extremadamente mentiroso! Y lo ha demostrado desde su discurso de investidura el 28 de julio: Ronderos en las ciudades, servicio militar para los "ninis"; últimamente lo de formar un gabinete de ancha base ¡PLOP!, pero, sobre todo, sus contradicciones entre las declaraciones que le dio al periodista de CNN Fernando del Rincón y las que brindó a la Fiscalía, motivos suficientes para vacar a este infeliz por incapacidad moral. Castillo, además, es mentiroso por afirmar que es profesor y rondero.
Pedro Castillo es ocioso. Como profesor nunca preparó una clase; como él mismo lo ha declarado, no le gusta leer, no le gusta visitar bibliotecas, no ha leído un manual de urbanidad ni de cultura general. Solo se la ha pasado gritando en plazas, cobrando como sindicalista del Movadef —las cosas claras— y que, además, como buen mentiroso, sabe tirarse al piso, hacerse el desmayado y pretender desprestigiar más a la Policía Nacional del Perú.
Pero por sobre todas las cosas, Pedro Castillo, además de ladrón, mentiroso y ocioso, nos demuestra cada día, cada hora y cada minuto, que es un incapaz y un incompetente.
¿Merecemos los peruanos emprendedores y trabajadores, decentes todos, a una porquería, a una basura como esta como presidente? ¿Merecemos los peruanos cuatro gabinetes de ineptos y delincuentes en menos de siete meses? ¿Merecemos los peruanos que esta camarilla de ladrones sinvergüenzas destruya lo que construimos en los últimos 30 años con el gran aporte de la Constitución de 1993?
La respuesta es ¡No! y lo que toca es destituir a este delincuente, a este impostor, a este ladrón, mentiroso, ocioso e inepto, de la presidencia.
¿Y cómo hacerlo? Con las herramientas que nos da nuestra Constitución y que principalmente están en manos del Congreso de la República.
La primera y más fácil sería la vacancia por incapacidad moral, que está absolutamente demostrada. Lamentablemente no se tienen los votos necesarios gracias a un grupo de parlamentarios gelatinosos de las bancadas de Acción Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú, Podemos y el Partido Morado, que actúan en función de intereses personales, poniendo al Perú al final de su lista de prioridades. Por supuesto no incluyo en este grupo al general Roberto Chiabra, a la señora Gladys Echaíz, al señor Carlos Anderson y a la presidenta del Congreso, la señora María del Carmen Alva.
La segunda herramienta, creo yo que más viable es la denuncia constitucional presentada por Fernán Altuve, Ángel Delgado, Lourdes Flores, Hugo Guerra, Francisco Tudela y César Vignolo, avalada por los legisladores Norma Yarrow y José Cueto.
Esta denuncia, que ya sigue su trámite en el Congreso, se presentó a raíz de las declaraciones de Pedro Castillo en la entrevista a la cadena CNN en Español respecto a que sometería a consulta popular el anhelo de Bolivia de tener una salida al mar.
La acusación, que no es poca cosa, es por la presunta infracción constitucional de los artículos 32, 54, 110 y 118 (incisos 1, 2 y 11) de la Constitución, y por la probable comisión del delito de traición a la patria, tipificado en el artículo 325 del Código Penal, y en el artículo 78 (numeral 27), del Código de Justicia Penal Militar.
Si el Congreso denuncia constitucionalmente al presidente, para lo cual no se necesitan 87 votos sino menos de 66, este quedará suspendido en el cargo hasta que el Poder Judicial decida si hay o no hay delito. Si lo absuelve, Castillo regresa al cargo, pero si lo haya culpable, es destituido.
Una tercera opción, ya no en manos del Congreso, podría ser la renuncia del presidente frente a un escándalo de proporciones mayores como lo que ha declarado hoy la aspirante a colaboradora eficaz Karelim López, en la que afirmó que Castillo maneja una presunta mafia en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones que direcciona obras.
Esta opción la veo poco probable, porque para tener capacidad de renuncia se requiere sentir vergüenza y ya sabemos que la basura que tenemos como presidente ni siquiera tiene sangre en la cara como para sonrojarse.
Por último, el apoyo de la calle siempre será importante, en la medida que tenga objetivos claros y un líder definido, lo cual, hasta ahora, no se ha visto. Salir a marchar cantando "Caridad y Comprensión" o "Jipi Jay", ha quedado demostrado, no funciona. A buen entendedor pocas palabras.
#VacanciaYa #RenunciaYa
#IncapazMoral
Escrito por Juan Carlos Suttor
Director de la Asociación Iberoamericana para el Desarrollo, Libertad y Democracia
AIDLD