GRAMSCI, LA EDUCACIÓN Y EL MOVIMIENTO LGTBIQ+




Escrito por Juan Carlos Suttor

El teórico comunista italiano Antonio Gramsci (1891-1937) desarrolló el concepto de que la toma del poder debe ser precedida por el cambio de la mentalidad de las personas.

Con esta nueva visión, los intelectuales se convirtieron en combatientes; la enseñanza se convirtió en el arma más importante, y las escuelas se tornaron en el campo de batalla.

Para Gramsci, las masas debían deshacerse de los "prejuicios y tabúes, que son parte de la visión del mundo de la clase dominante.

En ese orden de ideas, no hace falta ser un gran intelectual o sociólogo para llegar a la conclusión de que, a partir de un análisis de la situación existente, desde hace algunos años, la educación se ha vuelto cada vez más gramsciana.

Ejemplo de ello en nuestro país, son los textos escolares de educación sexual impuestos por ministros de Educación de izquierda como fueron Patricia Salas, Daniel Alfaro, Flor Pablo y por supuesto todos los impresentables que pasaron por el gobierno del golpista Pedro Castillo. En estos textos se señala que los niños de ambos sexos deben tener entre sí un trato igualitario e indefinido sexualmente, libre de todo paradigma, y que pueden elegir libremente su propia sexualidad y la manera de vivirla.

Entonces la influencia de Antonio Gramsci en la educación ha sido significativa, duradera y destructiva para las personas que tenemos principios éticos y morales. Su teoría de la hegemonía cultural y su énfasis en la educación como medio para transformar la sociedad han sido especialmente influyentes.

Lamentablemente el último domingo, el hoy exministro de Educación, el señor Óscar Becerra, que sí tiene principios éticos y morales, además de una gran capacidad de gestión, fue relevado del cargo. Fue él, quien, con valentía, se atrevió a desenmarañar toda esa red de corrupción sembrada por los caviares que se enquistaron en el Minedu, desde los tiempos de Alejandro Toledo, para llenarse los bolsillos en consultorías estúpidas, destrozando el futuro de nuestros niños.

Es evidente que la presidente Boluarte ha sucumbido ante el poder que aún mantiene la izquierda caviar.

Algo similar existe con esta izquierda miserable que ha decidido apoderarse del movimiento homosexual y feminista hoy conocido como LGTBIQ+ (lesbianas, gais, transgénero, bisexuales, intersexuales y con orientación sexual, identidad y expresión de género y características sexuales diversas), al cual cada día le agregan más letras, que representan entre el 3% al 5% de la población mundial (*). Y aquí se sigue viendo la influencia de Gramsci.

Lo cierto es que la izquierda, huérfana de ideales por los que luchar desde hace décadas, principalmente tras la caída del comunismo, no le gusta que la homosexualidad sea un fenómeno transversal que incluya a todas las tendencias políticas. Por ello rechaza que los derechos de los LGTBIQ+ puedan ser defendidos también por la derecha.

Sorprende ver que un movimiento como el homosexual, que ha sufrido durante siglos la violencia y la intolerancia, y que aún sigue padeciéndola en decenas de países, incluso con la pena de muerte, sea el que ahora practique la intransigencia, y prefiera ponerle puertas sectarias al campo en lugar de reafirmar y potenciar el carácter transversal de su movimiento.

Volviendo a Gramsci, el también enfatizó la importancia de la acción colectiva y la organización política para lograr el cambio social. En el contexto del movimiento LGTBIQ+, esto se puede ver en la creación de organizaciones y grupos de activistas que han luchado por la igualdad de derechos y la visibilidad de las personas queer y trans.

Algunos pensadores anticiparon hace más de 20 años que se estaba produciendo un cambio, una transformación en el discurso ideológico de la izquierda tras sustituir sus defensas y reivindicaciones sociales como el trabajo, la libertad o la igualdad, por otras como la educación, la homosexualidad y el feminismo. Los enfrentamientos cada vez que se celebra el día del Orgullo Gay, son provocados por los que defienden este supuesto “patrimonio”.

Lo cierto, o lo que creo, porque puedo estar equivocado, es que la izquierda está totalmente desorientada acerca de cuáles tendrían que ser sus verdaderas luchas sociales. Los comunistas nunca estuvieron cerca de la defensa de la persona, de la familia, del patriotismo, del mundo rural, de la seguridad ciudadana o el trabajo.

Prueba de ello es que ONGs de izquierda, defensoras de los derechos de la mujer como el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, o el Movimiento Manuela Ramos, o la dirigente comunista Verónika Mendoza o la congresista Susel Paredes, que ya sabemos con qué pie patea, entre otros, se quedaron mudas ante el feminicidio ocurrido el domingo 19 de marzo por el venezolano Sergio Tarache quien quemó a su expareja, una joven de 19 años, en la plaza Dos de Mayo, en el Cercado de Lima.

Como dijo Víctor Raúl Haya de la Torre en su Discurso del Veto, el 4 de julio de 1962 y que sigue en plena vigencia, "Porque hoy día no se es demócrata cabal, no se es demócrata amante de la democracia ni se entiende la justicia sino se es anticomunista".

(*) Esta estimación es aproximada y puede variar según la definición de LGTBIQ+ utilizada y el contexto social y cultural de cada país.

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